Tal vez el gran desconocido de Igueldo sea el Torreón. Desde el siglo XVI hasta 1854 hubo allí un faro de leña destinado a evitar los naufragios que la peligrosa entrada al puerto ocasionaba. Fue construido por el Consulado de San Sebastián a 180 metros sobre el nivel del mar. A pesar de que con sus más de nueve leguas de alcance era uno de los mejores de la época, el faro fue finalmente abandonado debido a los destrozos ocasionados por las guerras carlistas y también porque las nieblas lo cegaban con relativa frecuencia. De esa forma, en 1854 se construyó un nuevo faro, que es el que continúa iluminando hoy en día.
Pero la Sociedad Monte Igueldo decidió recuperar el torreón, por lo que encargaron su proyecto de reconstrucción al arquitecto Luís Elizalde. El proyecto incluía incorporar una nueva planta con amplios ventanales y, sobre ésta, una terraza panorámica desde la que, hoy en día, cuando el cielo está despejado, se pueden ver el cabo vizcaíno de Matxitxako y las Landas francesas.
«La vista desde la terraza es espectacular. Parece que tiene que ser la misma que se ve desde las terrazas del self-service, pero todos los que suben a la torre se quedan sorprendidos», señala Pilar.